¿Por qué, en clave foucaultiana, hablar de la invención de sí cuando intentamos una aproximación a la escritura autobiográfica latinoamericana? Porque es necesario deconstruir algunos presupuestos que la dimensión autofigurativa ha generado en relación con el autoconocimiento, la intimidad y la verdad, y poner el énfasis en las estrategias de ficcionalización a las que acuden los textos autógrafos para componer una subjetividad convincente. Pero convincente sobre todo para sí mismo porque quien firma es el primer destinatario del texto. A este primer destinatario están dirigidas las atribuciones de sentido que se han ido vertiendo a lo largo del proceso de escritura, las cuales participan, por otra parte, de ese carácter ficcional que cubre con palabras las cicatrices de una vida.
Se trata, también, de un regreso al sí mismo, al que se fue en el pasado. Se trata de la pregunta de Ulises, que no busca responder ¿quién soy? sino ¿cómo regresar?, ¿cómo encontrar un posible camino de vuelta que nos permita alcanzar una “ilusión introspectiva” y que pueda estabilizar los de por sí inestables dispositivos identitarios, arduamente construidos en el discurso como pura voluntad de resistencia a los efectos de la dominación moderna?
La selección del corpus autobiográfico latinoamericano de memorias, cartas, diarios y relatos de viaje se rige por coordenadas históricas, ideológicas y estéticas de emancipación y por la emergencia de nuevos actores sociales que contribuyen y posibilitan los desplazamientos hegemónicos que toda instancia de transformación profunda implica. Comprende los siglos XIX y XX y traza un arco que incluye los procesos de independencia política, étnica y de género (Manuel Belgrano, José Martí, Juan Bautista Túpac Amaru, Juan Francisco Manzano, Guadalupe Cuenca y Gertrudis Gómez de Avellaneda); la consolidación del estado nacional (Lucio V. Mansilla, Miguel Cané); la preparación revolucionaria de los años sesenta (Ernesto Guevara); la vanguardia y la renovación estética (Macedonio Fernández, Witold Gombrowicz, José Lezama Lima); la diáspora provocada por las dictaduras de los setenta (Ángel Rama) y, finalmente, la nueva narrativa de la recuperación institucional y el desencanto del fin de milenio (Martín Caparrós).